El domingo 12 de mayo se celebra en muchos países el Día de la Madre. Una festividad para celebrar y honrar el papel de las madres dentro de la familia. Es un homenaje que se remonta a la civilización misma. En Grecia, el punto de partida son las fiestas para la divinidad Rea, madre de Zeus, Hades y Poseidón, representada en carruajes tirados por leones. Para los romanos el equivalente a Rea fue Hilaria, cuya fiesta se trasladó al templo de Cibeles donde se ofrecían celebraciones de más de tres días.

En la era cristiana, la celebración de Hilaria, por pagana, fue suprimida por el culto a la Virgen María, cuya fiesta central en el calendario católico se reserva para el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción. El 13 de mayo es, además la fiesta de la Virgen de Fátima, luego que en 1917, la Virgen María se apareciera a dos pastores en la localidad de Fátima, Portugal.

En el mundo andino, la figura de la matriarca o capullana es recurrente. Desde una perspectiva mística, la fertilidad de la tierra está representada en la Pacha Mama, madre tierra, una divinidad andina a la que se le realizan ofrendas en las ceremonias agrícolas y ganaderas. Está asociada a lo femenino y el espíritu de la Tierra que procura a sus hijos sustento y alimento. La retribución se ejerce con “pagos” a la tierra que se considera un ser vivo que se debe cuidar y respetar. Esta sabiduría los mineros no la conocen.

Si para el mundo andino la tierra es una deidad dadora de vida, lo es también la mujer que fue concebida con la virtud de poder ser madre y con la enorme responsabilidad de crear, porque de sus entrañas emerge el fruto humano. La mujer es semilla, siembra y cosecha, pero al mismo tiempo es protección, cuidado y amor. Pero el Día de la Madre, tal como lo conocemos hoy, surge tras la Guerra Civil Norteamericana (1861-1866). La poeta y activista Julia Ward Howe en 1872 propuso establecer el Día de la Madre como una forma de reconciliar a las partes en conflicto.

Por esa misma época, una activista de Virginia, Anna Reeves Jarvis, organizó los cuerpos de sanidad para atender a los heridos. Ya en tiempos de paz, realizó reuniones de confraternidad entre exsoldados de ambos bandos.Anna Reeves Jarvis falleció en 1905 y su hija, Anna Jarvis, decidió rendirle homenaje cada segundo domingo de mayo, fecha por la que también cumplía años. Con la asociación fundada por ella en 1912, demandó el reconocimiento oficial, el cual llegaría en 1914, con la firma del presidente Woodrow Wilson.

Por su impulso y perseverancia, Anna Jarvis es considerada la creadora de la fiesta que celebra a las madres todos los segundos domingos de mayo. Esta iniciativa fue adoptada luego en otros países, entre ellos, el Perú, debido a que la influencia adquirida por los Estados Unidos en América Latina tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918) desplazó a Europa como modelo de civilización.

Paulatinamente, el Día de la Madre se convirtió también en una fecha comercial. Esta transformación no fue del agrado de Anna Jarvis, quien en 1923 presentó una demanda para retirarla de las fiestas oficiales porque consideraba que se había perdido el sentido real de la celebración. Incluso fue arrestada por provocar disturbios. No obstante, los esfuerzos de Anna por abolir la celebración que ella misma impulsó fueron en vano y hasta la actualidad se celebra en el día elegido por ella.

Ahora con COVID-19, el mercado se reinventa, aparecen las entregas a domicilio de los “bebes y comes”, ¿Pero cómo elegir lo que a ellas les gusta en su día los tradicionales perfumes, joyas, vestidos y más. Ver los estantes, probarse las cosas si caen bien o calzan y luego regatear los precios, que era el gran deporte, ahora están restringidas al precio y al gusto de los vendedores y entregadores “delivery”. El aplicativo Zoom que ya lo tengo en el móvil, puede ser un recursos para juntar a los seres queridos en la pequeña pantalla. Algo es algo en vez de nada. Son tiempos de la triste vida humana, por causa de las costumbres y las mañas que no pedimos practicar.