UNA MIRADA CRÍTICA A LA EXPRESIÓN DEL MAL MENOR EN POLÍTICA

1. Introducción

En un sistema político basado en principios democráticos. ¿Es aceptable sacrificar ciertos valores y principios con tal de alcanzar un resultado favorable? La idea del “mal menor» (MM) sostiene que, cuando se enfrenta a una elección entre dos opciones desfavorables, se debe optar por aquella que cause menos daño o perjuicio. En el contexto de la democracia, esto implica que se elige un candidato o un partido político no porque sean ideales, sino simplemente porque se considera que son menos perjudiciales que las alternativas.

Sin embargo, esta postura plantea una serie de preguntas éticas y morales. ¿Es correcto renunciar a ciertos valores fundamentales de la democracia solo porque creemos que la otra opción es peor? ¿No es deber de los ciudadanos y gobernantes luchar por principios como la igualdad, la justicia y la libertad en lugar de comprometerlos en pos de un resultado conveniente a corto plazo?

Además, debemos considerar que el concepto de MM puede ser subjetivo y variable. Lo que para algunos puede ser considerado como un MM, para otros puede ser visto como un mal mayor. Esto plantea la necesidad de un debate y análisis profundo antes de tomar decisiones en política, ya que cada acción tiene consecuencias que pueden afectar a la sociedad en su conjunto. Asimismo, optar por el MM en política puede generar un conformismo peligroso. Si se elige siempre la opción menos dañina, ¿no estaremos conformándonos con un sistema político mediocre y diluyendo la responsabilidad ciudadana de buscar y exigir un verdadero cambio?

La política no tiene siempre el primado del bien. No siempre nos encontramos, igualmente, con decisiones que apuesten «moralmente» por el bien. Las operaciones políticas concretas no son impolutas; quien gobierna lo hace en y con la realidad. En Finnegans Wake, Joyce construye un n del laberinto moderno, presenta un complejo entramado que habita en la polémica entre el principio y los fines. La vida sin pruebas es un principio dogmático, lo cierto es que la verificación de principios no se deriva siempre del ámbito empírico.

 A veces emerge del ámbito de los bienes. Eso téngase en cuenta y, por tanto, sesgadamente, todo depende de la perspectiva en la que nos encontremos. No dijimos que la gobierna en relación a. Gobierna con y en función al hombre, es decir, la habita y la encuentra previa a su imposición. La polis, la vida, no es el lugar de cumplimiento del fin último sino un lugar de vida lo cual significa un lugar de deseo. El deseo es precedente a la facticidad. Ahí es donde la política se aloja como posibilidad. Gobernar extrae de la vida, no la domina.

El concepto de lo uno como expresión de lo otro, la idea de que determinado valor o principio, como el bien, viene dado por la falta de lo opuesto, el mal, ha recorrido la historia del pensamiento. Llamamos mal a lo que se encuentra ajeno al contenido. Parte de nuestra vida bucea en la experiencia de lo indómito e irruptivo. Llamamos bien a aquello que coincide o tiende a coincidir con el fin que nos hace ser quienes somos. En este trabajo pretendemos poner en cuestión, a través de una aproximación teórica sobre la compleja y muchas veces poco clara idea del concepto de «MM», la banalización con la que muchas veces se trabaja desde la política la representación de los conflictos del presente. [1][2]

En resumen, la idea del «MM» en la democracia plantea un dilema ético y moral sobre si se deben sacrificar ciertos valores fundamentales con tal de alcanzar resultados convenientes a corto plazo. En lugar de conformarnos con el MM, deberíamos esforzarnos por construir una democracia basada en principios sólidos y buscar alternativas que promuevan realmente el bienestar de todos los ciudadanos. El presente ensayo, es para ayudar a entender el problema del «MM», sus orígenes, su evolución, el uso en la política, y sus consecuencias y perspectivas, especialmente en la política peruana.

2. Contextualización del Concepto de MM en Política

El concepto de MM – o “menor de dos males”–, se ha afinado a lo largo de los siglos y de las querellas –filosófico-morales y políticas– en torno a él, tanto con relación a un modo general y más amplio de abordar cuestiones político-socialmente conflictivas o problemáticas, como más particularmente en cuanto al agente moral y, particularmente, en su versión como ‘tradicionalismo constructivo’. El pensamiento de Leibniz en el jádamu germano –el sistema de los principados germinales– es otro y distinto de aventurarse en lo más oscuro del laberinto, apostando con Diógenes Laercio por coger una costumbre, la que ayuda a transitar mejor el camino. MM evoca varias cosas; es, a su manera, un tipificador de racionalidades.

Hay decisiones políticas que parecen convertir una situación problemática con consecuencias negativas para los afectados directos o para la vida social en su conjunto, en un MM entre una pluralidad de posibles opciones. Con frecuencia, el recurso al MM, como principio moral-político, parece dibujar o acotar un ámbito de intervenciones excepcionales y cuidadosamente delimitado, lo que acerca el modo de razonar al concepto de excepción.

Karl Loewenstein, dando cuenta de la tensión entre constitución y término de la crisis, concibe dos ‘formas de estado’ contrapuestas: el estado constitucional (Rechtsstaat) y el estado o régimen de crisis constitucional; entre ambos se situaría un ámbito de ‘fiabilidad institucional’, clásico entorno de la noción de MM. Nosotros pensamos que la hallamos más bien evocando el dilema clásico de la moralidad como el espacio de lo excepcional (‘casuística’ difícil de ordenar o por ordenar dentro de un orden posible, plausible o deseable). [3][4]

3. Orígenes y Evolución del Concepto

La permanencia y significación ética del MM viene atravesando las construcciones morales y teóricas de la vida urbana en Occidente desde los tiempos de Sócrates y Aristóteles. Resulta claro que al estimar que resulta más oneroso tolerar al regenteador con sus males que su ausencia, deben haber concluido que sería el MM favorecerlo. También aquí la noción de tercer excluido subsiste salvo que se presentara un bien capaz de compensar en gravedad al daño del gobernante, hipótesis lejana al alcance del ocaso romano. Por otra parte, tras la aceptación del MM como un modo de solución ficta, solía detectárselo por un perfil característico.

El concepto de MM fue introducido en la ética política por Nicolás Maquiavelo en su obra El Príncipe (1513). Allí, Maquiavelo señalaba que «el fin justifica los medios» y, por lo tanto, los medios empleados para alcanzar un buen fin, opciones posibles para el gobernante, no eran en sí mismos buenos ni malos. Bajo esta óptica, un tipo de «MM» en política es el que redunda en beneficio de la manutención de la estabilidad del Estado, en contraposición a las luchas de poder y al desorden social, finalidad última para el Príncipe, a partir del cual se vincula con el debilitamiento del Estado.

El término es acuñado por Barcos/Gomez Montoya (1971) cuando analizan si es posible desentrañar las intenciones de los autores de un texto a pesar de que se aparten de los postulados oficiales. Estos autores exponen que una vez analizado el caso, el lector puede sentirse tentado a utilizar una operación de MM: frente a la tergiversación, se elige la preservación del consenso interpretativo, paradójicamente apelan a la deontología para preservar un efecto.

Otras referencias sobre el MM son la ética aristotélica y la teoría de la disonancia cognitiva. Además, existen diversas fuentes que también hacen alusión a la importancia de este concepto en diferentes campos de estudio. Por ejemplo, en psicología, se ha explorado cómo el maol menor puede influir en la toma de decisiones y en el comportamiento humano. Asimismo, en filosofía, se ha debatido ampliamente sobre las implicaciones éticas y morales que surgen a partir de este principio. De igual manera, en sociología se han desarrollado investigaciones para comprender cómo el MM puede afectar las interacciones sociales y la conformidad en los grupos. Toda esta diversidad de enfoques y perspectivas enriquece la comprensión del MM y su relevancia en diferentes ámbitos académicos y profesionales. [5][6]

Es indudable que el MM en política ha cosechado más defensores que detractores, y ello es así en todas las tradiciones de pensamiento. Salvo en el Teocentrismo, en el que vemos la clara separación entre la moral privada y las actuaciones públicas (Iustitia y Pax), en todas las informaciones vistas hay un término empleado del MM. Aristóteles, en su Maquiavelo, no decía ser más maquiavélico que Maquiavelo (Maquiavelismo no es sinónimo de inmoralidad). Su objeto era preservar a la humanidad del mal aún mayor que iba a ocasionar la dinastía de los Vélez en los tres reinados de los cuales era consejero. Poco antes, en 1739, en plena lucha con los franceses, el cardenal Portocarrero – y muchos prelados más- pidieron a Felipe V no hacer la paz por tratarse de un MM: Obligó el Borbón a quienes no advirtieron que aquella paz sería un mal nadar, rezaban.

Dos son los referentes filosóficos más conocidos: Maquiavelo y Bentham aunque, como se verá después, ambos autores han sido manipulados. Sin embargo, sus ideas han sido fundamentales en la formulación de la teoría del ‘MM en política’.

Definir lo que significa MM y cómo se relaciona con la política nos lleva inexorablemente a abordarlo desde el terreno filosófico, aunque nos referiremos al Congreso y al Parlamentarismo desde el paradigma ético de la democracia liberal. Varias son las teorías filosóficas que a lo largo de la historia han abordado este planteamiento y, en general, no cabe establecer una separación estanca entre las posiciones morales y las consiguientes actuaciones políticas, en tanto no es posible construir una teoría global para estas relaciones. Basta recordar, por ejemplo, los problemas que plantea el problema del absolutismo en relación con las concepciones morales inherentes a cualquier tipo de cristianismo. [7][8]

Es esencial considerar las diferentes corrientes de pensamiento que han influido en su desarrollo, tales como el utilitarismo, el contractualismo y el realismo político. Además, resulta crucial reflexionar sobre las consecuencias a corto y largo plazo que pueden surgir al aplicar este concepto en el ámbito de la política. Por tanto, explorar a fondo las ideas y argumentos alrededor del MM en Política nos permitirá adquirir una sólida base teórica para comprender en profundidad su relevancia y su papel en la toma de decisiones políticas en la actualidad.

De esta manera, podremos evaluar de manera más precisa y fundamentada las decisiones políticas que se toman en situaciones difíciles. En definitiva, un análisis exhaustivo de las ideas y argumentos que rodean al MM en Política’ nos proporcionará una base teórica sólida. Esta base teórica nos permitirá comprender en profundidad la importancia de este concepto y su papel en la toma de decisiones políticas en la actualidad. Solo a través de una comprensión completa de sus raíces filosóficas y éticas podremos enfrentar los desafíos éticos y morales que se presentan en la política contemporánea de manera informada y reflexiva. [9][10]

4. Interpretaciones y Aplicaciones en la Teoría Política

Una de las aplicaciones más comunes de la teoría del MM en política es en el análisis minucioso de decisiones éticas y morales en el ámbito político. La teoría llega a ser utilizada en situaciones sumamente complejas donde los políticos se enfrentan a dilemas difíciles y deben elegir entre dos o más opciones, todas las cuales tienen consecuencias negativas considerables. En estos casos, la teoría del MM sostiene firmemente que es completamente aceptable y justificable elegir la opción que cause el menor daño o el menor impacto negativo.

Esto implica que, aunque la opción elegida puede causar daño o tener consecuencias negativas, es preferible a las otras opciones disponibles, las cuales podrían tener un impacto aún mayor y generar un caos sin precedentes en la sociedad. Al aplicar esta teoría de manera profunda y con responsabilidad, los políticos buscan de forma incansable minimizar los efectos negativos de sus decisiones y garantizar el bienestar general, siempre con el objetivo final de construir una sociedad justa y equitativa. Para lograr esto, es necesario considerar todas las posibles alternativas y evaluar cuidadosamente las implicaciones a corto y largo plazo.

Los políticos deben tener en cuenta factores como el impacto económico, social y ambiental, así como las posibles ramificaciones políticas. La teoría del MM en política también destaca la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas por parte de los políticos. Al tomar decisiones difíciles, los líderes deben ser capaces de justificar y explicar su elección a la población, incluso si implica asumir riesgos impopulares. La confianza en el sistema político se fortalece cuando los ciudadanos comprenden el razonamiento detrás de las decisiones tomadas y sienten que sus preocupaciones y valores son tenidos en cuenta.

No obstante, es importante tener presente que la aplicación de esta teoría también ha generado una acalorada controversia, ya que algunos argumentan de manera enérgica que puede llevar a justificar acciones moralmente cuestionables en nombre del MM. Muchos críticos argumentan que esta teoría puede conducir a la violación de derechos humanos fundamentales y a la normalización de prácticas injustas. Es crucial que los políticos sean conscientes de estos riesgos y busquen siempre alternativas que no comprometan los valores éticos y morales básicos.

En general, la teoría del MM en política es una herramienta vital que permite a los políticos enfrentarse a dilemas éticos y tomar decisiones increíblemente difíciles en el mejor interés de la comunidad que representan, siempre y cuando sean prudentes y cuidadosos en su aplicación. La sociedad se beneficia cuando los líderes políticos están dispuestos a asumir la responsabilidad de tomar decisiones difíciles y actuar en función del bien común. La teoría del MM no es una justificación para la inacción o la complacencia, sino una forma de abordar las complejidades y los desafíos inherentes a la política. Al buscar el equilibrio entre el daño evitable y el bienestar colectivo, los políticos pueden guiar a sus sociedades hacia un futuro más justo y próspero. [11][12]

Este complejo debate nos lleva a reflexionar sobre el ejercicio del poder y la inmensa responsabilidad que recae sobre los líderes políticos. La toma de decisiones éticas en la política es un tema sumamente delicado, ya que implica sopesar cuidadosamente las consecuencias a corto y largo plazo, así como los valores y principios fundamentales que deberían guiar la acción política. Además, el concepto de MM nos incita a plantearnos si existe una solución perfecta o si siempre existirá algún grado de imperfección en las decisiones tomadas en el ámbito político.

Puede haber ocasiones en las que las opciones sean extremadamente limitadas y se deba optar por la opción que cause menos daño, aunque no sea la opción ideal. En definitiva, el concepto de MM en la política representa una expresión de la increíble complejidad y los dilemas éticos que surgen en el ejercicio del poder. Requiere un análisis profundo y una cuidadosa consideración de las implicaciones de nuestras decisiones. No hay respuestas fáciles ni soluciones perfectas, pero el debate y la reflexión constante sobre este tema son fundamentales para construir una política más justa y responsable a lo largo del tiempo. [13][14]

5. El MM como Justificación de Decisiones Represivas

A lo largo de la historia, se han presentado numerosos casos en los que los gobernantes han tenido que tomar decisiones difíciles, basadas en esta premisa, con el fin de minimizar el daño y buscar el bienestar general. En este sentido, podemos observar cómo el concepto de MM ha sido aplicado en distintos ámbitos políticos. Desde conflictos bélicos hasta desafíos económicos y sociales, los líderes han tenido que evaluar cuidadosamente las posibles consecuencias de sus acciones y elegir aquella opción que, aunque no sea perfecta, cause el menor daño posible.

Esto ha implicado tomar medidas impopulares o adoptar políticas que pueden resultar controversiales, pero que se consideran necesarias en aras de un bien mayor. Sin embargo, es importante reconocer que la aplicación del concepto de MM no es una tarea sencilla. Tomar decisiones siendo consciente de que ambas opciones conllevan consecuencias negativas puede resultar desafiante para cualquier gobernante. Además, existe el riesgo de que esta idea sea utilizada de manera equivocada o manipulada para justificar acciones inmorales o perjudiciales.

En el caso de la insurgencia terrorista, existía una doctrina militar, que sostenía la necesidad de llevar a cabo acciones extremas, incluso el asesinato de muchos pobladores de peueñas comunidades, con la esperanza de eliminar a un terrorista. Este tipo de razonamientos fundamentados en la teoría del MM suelen tener un impacto significativo en la opinión pública y en la legitimidad de las decisiones represivas adoptadas. Dicha justificación suscita con frecuencia controversia y planteamientos acerca de la ética y la efectividad de las medidas implementadas, generando inquietudes acerca de la proporcionalidad y los resultados esperados en términos de seguridad y bienestar para la sociedad en general.

Recientemente en el caso peruano se han asesinado campesinos peruanos que protestaban contra la destitución del presidente Castillo, la justificativa fue que era necesaria para garantizar la tranquilidad pública y la apertura de las vías de comunicación, pero en realidad se trató de una clara violación a los derechos humanos y una muestra de cómo el MM puede ser utilizado como excusa para decisiones represivas. Estos actos violentos han generado una profunda indignación tanto a nivel nacional como internacional, ya que atentan contra la vida y la libertad de expresión de los ciudadanos.

Es alarmante ver como en pleno siglo XXI seguimos presenciando violaciones tan flagrantes de los derechos fundamentales de las personas. La represión y el uso desproporcionado de la fuerza por parte de las autoridades solo sirve para sembrar el miedo y la desconfianza en la sociedad. Además, estos trágicos sucesos evidencian la falta de respeto hacia los campesinos y sus demandas legítimas. Es fundamental que se lleve a cabo una investigación exhaustiva e imparcial para esclarecer los hechos y llevar ante la justicia a los responsables de tan repudiables acciones.

Asimismo, se deben implementar mecanismos de protección y garantías para que los ciudadanos puedan ejercer su derecho a la protesta de manera pacífica y segura, sin temor a sufrir represalias. Es necesario recordar que la democracia se basa en el respeto a los derechos humanos y en la participación ciudadana. Los gobiernos tienen la responsabilidad de escuchar las demandas de la población y buscar soluciones que sean justas y equitativas. El uso de la violencia y la represión solo perpetua la desigualdad y la injusticia. En este sentido, es crucial que la comunidad internacional, los organismos de derechos humanos y las organizaciones civiles estén atentos a esta situación y exijan al gobierno peruano que se respeten los derechos fundamentales de sus ciudadanos.

No se puede permitir que el MM se convierta en una excusa para la represión y la violencia. Esperamos que este trágico caso sirva como una llamada de atención y nos haga reflexionar sobre la importancia de proteger y promover los derechos humanos en todo momento. El asesinato de los campesinos peruanos debe ser condenado y no debemos quedarnos indiferentes ante esta alarmante violación de los derechos fundamentales. Así lo ha entendido la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cuyos requerimientos, todavía no han sido atendidos por el gobierno peruano.

Igualmente, vemos frecuentemente asesinar campesinos andinos y pueblos indígenas que protestan contra el abuso de las minerías, en protesta por la contaminación ambiental y el maltrato a los trabajadores, nuevamente con el argumento de garantiza el flujo productivo y la tranquilidad pública.   Esta situación evidencia la falta de compromiso con los derechos humanos y la preferencia por el uso de la fuerza para silenciar voces disidentes. Aunque sus aplicaciones y alcances han sido objeto de debate, no cabe duda de que este concepto sigue siendo relevante en la actualidad y continúa siendo objeto de análisis y estudio por parte de expertos en la materia. . [16][17][18][19]

La complejidad de la política y la constante evolución de los desafíos y problemas que enfrentamos como sociedad hacen que la noción de MM sea un tema de discusión recurrente. En definitiva, el dilema ético y moral que plantea este concepto nos invita a reflexionar sobre las responsabilidades y compromisos que recaen sobre aquellos que tienen el poder de tomar decisiones políticas en momentos difíciles y complejos

6. El MM en la política peruana. algunos ejemplos notables

El caso notable en el pasado, fueron las declaraciones del presidente Odria, se jactaba de decir:  «Hechos y no palabras» y después más recientemente la frase «Roba, pero hace», en un tiempo aceptada como el mal menor puede.  Estas frases reflejan la idea de que, a pesar de los actos cuestionables de un líder político, sus acciones pueden ser justificadas si se consideran beneficiosas para el país y la población.  Estas afirmaciones, excepto de ética, resumen el enfoque pragmático y contundente hacia el gobierno.

El golpe militar del 3 de octubre de, liderado por el Gral. Juan Velasco Alvarado, bajo el lema «la revolución se justifica», depuso del poder al entonces presidente Belaunde del poder, el argumento fue la colusión del gobierno con las transaccionales, especialmente la Internacional Petroleum Company.  De hecho, el MM operó como medio a través del cual fue posible cancelar la coyuntural relación de sumisión o dependencia con EEUU, finalizar con el colonialismo acentuado, principalmente constituido por la oligarquía local, y transformar la muy socialmente excluyente estructura latifundista.

Otro caso notable de MM en la política peruana incluyen la elección de Fujimori y el gobierno de Alan García. Estos ejemplos muestran cómo los líderes políticos han justificado sus acciones en base al concepto de MM. Sin embargo, es importante destacar que el concepto de MM es polémico y ha sido objeto de debate entre los expertos y ciudadanos peruanos. Algunos argumentan que estas decisiones fueron necesarias para el bienestar del país, mientras que otros sostienen que fueron actos inaceptables que socavaron la democracia y los derechos humanos. En cualquier caso, las consecuencias de estas elecciones y gobiernos han dejado una fuerte impresión en la historia peruana y siguen siendo objeto de análisis y reflexión hasta el día de hoy.

El MM como justificación para impedir el acceso de las izquierdas al poder, ha sido una constante en la historia peruana, con excepción de Velazco Alvarado que tuvo el acceso por un golpe de Estado, la historia registra que el Perú nunca tuvo un gobierno de izquierda elegido democráticamente. Sin embargo, es importante destacar que el país ha experimentado diversos cambios políticos a lo largo de los años. El debate en torno a las diferentes corrientes ideológicas ha sido una constante en la sociedad peruana, y aunque algunas personas argumentan que la izquierda puede representar un peligro, también hay quienes defienden la importancia de tener una mayor diversidad política.

Por tanto, es fundamental analizar las ventajas y desventajas de cada opción antes de tomar una decisión informada. Además, es esencial recordar que la democracia implica la participación y representación de todas las voces, sin importar su inclinación política. En este sentido, es fundamental fortalecer las instituciones democráticas y garantizar que la voluntad del pueblo se refleje en el gobierno. Solo a través del diálogo constructivo y el respeto mutuo podremos construir un país más inclusivo y equitativo. Es hora de dejar atrás las divisiones políticas y trabajar juntos hacia un futuro mejor para todos los peruanos. [20][21]

7. Perspectivas Alternativas y Propuestas de Cambio

El MM no tiene justificación ética si comporta aceptar lo claramente inaceptable (es decir, cuando consideramos conscientemente dejar de actuar éticamente) para evitar males potenciales que tendríamos la posibilidad de evitar (es decir, prevenibles) con una actuación más responsable que, para nada, se encuentra ya comprometida. El hecho de actuar conforme al MM va consustancial con justificaciones políticas no complacientes y, por tanto, con una auténtica apuesta política, ética en el gobierno. La razón estriba en que cuando verificamos únicamente costes, a la postre no sabemos si esa es la razón de los que nos votaron, o de los que peor lo verán, más bien que disueltos por el «MM», que sería el razonamiento kantiano, o por la acción ética de corresponsabilizarse.

Desde la teoría política, lo que podría aportarse es la idea de la corresponsabilidad en la política: no es lo mismo hacerse cargo en términos simbólicos, es decir, responsabilizándose del hacer, que asumir la obligación ética (incluso política) de salvar situaciones. La política del MM es una fórmula que argumenta, muchas veces despectivamente, que en aras de evitar males mayores hay que aceptar perjuicios menores, justificándose la opción entre algo malo y otro MM por unos resultados que, basados en una especulación del futuro, se consideran de consecuencias peores. En extensión de la teoría política, he hablado de corresponsabilidad, remitiéndonos al primer término, es decir, al corresponsabilizarse del actuar en términos de política: lo cierto es que el término corresponsable alude fundamentalmente al modo como un sistema, una realidad compleja y dinámica, es sabido, distribuye su función de respuesta a las demandas, expectativas y desafíos que desde el entorno se le plantean. Eso sí, la corresponsabilidad implica siempre, en un contexto de autonomía plural, la asunción de unos compromisos.

En el ámbito de la ética, es crucial analizar y reflexionar sobre la noción del MM. Esta idea sostiene que aceptar algo inaceptable puede ser justificado si ello nos ayuda a evitar males potenciales que podríamos prevenir a través de una conducta más responsable. No obstante, es necesario examinar con detenimiento esta postura, especialmente cuando se trata de decisiones políticas que pueden tener un impacto significativo en la sociedad. Actuar según el principio del MM implica tomar decisiones políticas que no necesariamente complacen a todos, pero que se consideran necesarias para evitar males mayores. Esta perspectiva implica hacer una apuesta política y ética por el bienestar del gobierno y sus ciudadanos.

Sin embargo, al evaluar únicamente los costos y beneficios a corto plazo, corremos el riesgo de perder de vista las razones por las que las personas nos eligieron o cómo afectará a aquellos que se encuentran en peores condiciones. Es importante considerar si tomar esta postura está alineado con el razonamiento kantiano o si es más bien una acción ética de corresponsabilizarse. Desde la teoría política, podemos explorar el concepto de corresponsabilidad en la política. No es suficiente tomar simbólicamente la responsabilidad de nuestras acciones, sino que debemos asumir también la obligación ética y política de resolver situaciones problemáticas. La política del MM argumenta que, en aras de evitar males mayores, debemos aceptar perjuicios menores.

Es importante reconocer que esta opción se basa en una especulación sobre futuros resultados con consecuencias potencialmente peores. Ampliando la teoría política, podemos vincular el concepto de corresponsabilidad al hecho de asumir responsabilidades en términos de políticas públicas. Esta noción implica comprender cómo un sistema complejo y dinámico distribuye sus funciones para responder a las demandas, expectativas y desafíos del entorno.

También, debemos recordar que la corresponsabilidad siempre implica la asunción de compromisos en un contexto de autonomía plural. En resumen, el debate sobre el MM y la ética política es crucial para garantizar la toma de decisiones responsables y éticas en el gobierno. Es fundamental considerar el equilibrio entre evitar males potenciales y asegurarnos de que nuestras acciones estén en consonancia con las expectativas y necesidades de la sociedad. La corresponsabilidad desempeña un papel fundamental en este proceso, ya que implica asumir compromisos y responsabilidades en beneficio de todos los ciudadanos. [22][23]

8. Enfoques Éticos Alternativos en la Política

En la ética de las virtudes, los partidarios pueden oponerse fervientemente a la mentalidad de lista, centrada únicamente en el resultado final, y terminar eligiendo, con suma cautela y reflexión.  La elección del MM puede considerarse contraria a la virtud de la sabiduría moral, puesto que, en realidad, el MM no altera en absoluto lo que se va a hacer ni los medios de los que se dispone. En consecuencia, el MM, aunque pretenda solventar un problema, en realidad, puede generar o originar otro problema de igual o mayor magnitud. Según el pensamiento moral,  la elección correcta no consiste en optar por el MM, sino más bien en negarse a tomar tales decisiones. La solución no radica en la definición formal del acto en sí, sino más bien en el nivel moral adecuado en esta situación específica: el nivel práctico y concreto de la elección. Se debe optar de manera plena y contundente por la decisión de no realizar esto o aquello, sin vacilaciones ni concesiones.

Finalmente, para concretar los argumentos utilizados en los párrafos precedentes sobre las limitaciones éticas del concepto de MM, es interesante observar cómo algunos autores utilizan el concepto de MM con el objeto de sostener acciones que son claramente éticamente reprobables, aunque desde una perspectiva utilitaria se justifiquen. En efecto, basándose en la suposición de que es imposible encontrar una manera éticamente óptima de actuar en política, surgirían diferentes estrategias para tomar decisiones, las cuales dependerían de la teoría ética que se proyectara sobre la práctica política. Dentro de estas estrategias, las más importantes son el MM, el bien de rigor-día y el mal radical [24][25].

9. Críticas y Controversias

Una de las principales críticas hacia la noción del MM en política es su potencial para perpetuar un sistema corrupto e injusto. Sin embargo, es importante no perder de vista la complejidad de la situación y considerar también los posibles efectos positivos que puede tener en determinadas circunstancias. El debate sobre esta cuestión ha generado diferentes posturas y argumentos sólidos tanto a favor como en contra. Por un lado, los defensores sostienen que en ocasiones es necesario optar por el MM para evitar consecuencias aún más perjudiciales.

Argumentan que al tomar decisiones difíciles, se busca resguardar el bienestar de la sociedad en su conjunto. Al elegir el camino del MM, se evitan mayores sufrimientos y se garantiza una estabilidad temporal que puede ser utilizada como base para futuros cambios. En contraposición, los críticos argumentan que esta mentalidad puede dar lugar a la tolerancia de injusticias o actos corruptos, ya que se acepta y justifica lo incorrecto en función de algo peor. Para ellos, el MM no es más que una excusa para mantener el statu quo y perpetuar un sistema que beneficia a unos pocos en detrimento de la mayoría. Afirman que es necesario enfrentar los problemas de raíz y buscar soluciones más justas y equitativas, en lugar de conformarse con medidas superficiales.

 Como resultado, se plantea la necesidad de buscar alternativas e impulsar un cambio profundo en los sistemas políticos, garantizando una sociedad más justa, transparente y participativa. Esto implica no solo elegir el MM, sino pensar en soluciones a largo plazo que aborden las causas de los problemas y promuevan el bienestar de todos los ciudadanos. Requiere también una participación activa de la sociedad civil, que tenga voz y voto en las decisiones políticas, y una rendición de cuentas constante por parte de los líderes políticos. Es crucial abrir el diálogo y promover un análisis crítico de nuestras decisiones políticas, considerando siempre el interés común y la integridad de los principios democráticos.

Esto implica escuchar y comprender diferentes perspectivas, valorando la diversidad de opiniones y evitando posturas dogmáticas. Solo a través del debate constructivo y la búsqueda constante del bienestar colectivo podremos superar los desafíos y construir un futuro mejor para todos. Importa recordar que el MM no puede ser la única respuesta, sino una herramienta temporal que nos obliga a seguir trabajando por un sistema político más justo, transparente y ético. Solo así podremos garantizar la igualdad de oportunidades, la justicia social y el respeto por los derechos humanos en nuestra sociedad. [15][13].

Desde una perspectiva el concepto del MM» en la toma de decisiones políticas contra el pueblo puede ser visto como una estrategia pragmática para minimizar el daño causado por políticas o acciones que se consideran perjudiciales para la mayoría de la población, por ejemplo, en una situación de crisis económica, un gobierno puede tener que elegir entre implementar medidas de austeridad que afecten a la población o arriesgarse a una crisis financiera aún más grave. En este caso, la opción del «mal menor» podría ser vista como una forma de proteger a la población de un daño aún mayor.

Sin embargo, es importante destacar que la adopción del MM como estrategia política, puede ser vista como una forma de legitimar políticas o acciones que son principalmente injustas o perjudiciales para la población. Además, puede llevar a una erosión de los principios democráticos y una pérdida de confianza en las instituciones políticas. Es criminal e inhumano apararse en el MM, para perpetuarse en el poder, a pesar de un porcentaje muy amplio del descontento popular. Peor todavía, cuando los poderes del Estado han sido tomados por bandas delincuenciales y organizaciones criminales para esquilmar al Estado y para brindarse las fechorías que cometen.

REFERENCIAS

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