Amigos, amigas, paisanos todos. Honrado por Roly Pacheco para comentar su libro y también por compartir la mesa con Arturo Gutiérrez.

El libro “Atardecer de una Travesía” es del género crónicas, Roly lo dice, Crónica es la denominación de un género literario incluido en la historiografía, que consiste en la recopilación de hechos históricos narrados en orden cronológico. También puede ser una autobiografía, porque están auto referenciados en relacion a personas y caso reales de su entorno, intenta involucrar la totalidad social en construcción libre y espontánea.

El libro tiene más de 200 crónicas, están agrupados en 360 páginas, son vivencias y registros de acontecimientos ocurridos, primero en la tierra, y después, en instituciones nacionales e internacionales.

En su prólogo, nos dice que el libro es un largo viaje personal, una travesía, que cubre siete décadas de vida, Dice Roly: “fue hecho con la esperanza de que la memoria no se pierda”, y añado yo, una vida tan rica como la que se cuenta en este libro, debe servir como referencia e inspiración especialmente para las generaciones venideras.

La primera crónica del libro es “Eulalia Montoya Cabezas, Mi Abuela Materna”, trata sobre el reconocimiento y sentido agradecimiento del autor a la mujer que fue madre, soporte y educadora en sus primeros 11 años. Esta admirable mujer, como era la tónica en aquellos tiempos, actuaba con sentido social frente a la vida y hacía el papel de escribidora para atenuar el sufrimiento de pobres y analfabetos. La muerte de su abuela, como Roly lo dice, “lo dejó en la más absoluta orfandad”.

El segundo relato es “Rapto Hacia las Alturas”, Es la historia de una campesina de las alturas de Huancabamba que rapta a un chico de año y medio, por el único motivo de haberse enamorado. Para ser encontrado, fue movilizado todo Andahuaylas y cercanías. Después de un mes de haber sido querido y “occllado”, (es difícil no relacionar este hecho con lo que le paso a Nuestro Tayta Arguedas), como dice Roly, una información proveniente de un campesino “por acaso”, permite su rescate de las alturas. Años después, sabe del relato por su propia abuela, corroborado por una prima. Visita el lugar y conoce con cariño y estupor lo que pudo ser el escenario de su vida adulta. Años después Roly volvió al lugar de su secuestro y reflexiona:

“Con mi rapto y posterior recuperación se producen dos quiebres vitales en mi vida. De haberme quedado por siempre con ella, presumo que no hubiera accedido a la escuela y sido un analfabeto de por vida; hubiese tenido un apellido autóctono de la zona; habría aprendido labores de campo y luego me hubiera dedicado al pastoreo. Agricultura y ganadería de puna. Habría participado, como comunero en faenas comunales y familiares de construcción de viviendas, caminos de herradura y puentes sobre riachuelos de la zona; también habría aprendido a hilar y confeccionar mis vestidos: wara, chumbe, poncho, sobrero, etc.; me habría iniciado a los 14 años en el tradicional servinacuy con una adolescente y luego haber casado para formar familia; hubiera tenido todos los hijos posibles y hubiera fallecido entre los 40 y 50 años”.

Es una pieza magnifica, proporciona inspiración para desarrollar variados temas como: la situación económica y social en las comunidades alto andinas, un ensayo sobre el amor, ¿qué castigo puede merecer una mujer ignorante e inocente que comete el delito por gusto y amor? Otro tema sería el sentido de la vida y del destino, algunos dicen que existe un plan divino que nos gobierna, otros dicen que es el acaso. Aquí toda interpretación sería especulativa, De no ser por el acaso, Roly, pudo haber sido un buen dirigente campesino, tal vez ese “inkarri” que las comunidades andinas esperan para reivindicarse. Lo único cierto, es que Roly tampoco sería lo que es ahora y no estaría para contarnos su historia.

En su tercera crónica “salvado de las aguas”, cuenta la historia cuando tenía cinco años. Intentando sacar agua de una canaleta, cae en la corriente y es llevado hacia un túnel de 400 mts. donde tendría una muerte garantizada. Circunstancialmente sus gritos atraen la atención de un transeúnte que lo salva. Aquí nuevamente el “acaso”, en cada momento y circunstancia vivimos pendientes sobre un devenir desconocido y no sabemos por qué.

Su crónica “Expulsado”, es la curiosa historia en al cual, un profesor de corte tradicional, no permitía a sus alumnos tomar notas mientras el profesor escribía en la pizarra. Cuando Roly, curioso que era, es sorprendido inocentemente copiando el texto antes de tiempo, sin mayor argumento es humillado y el cuaderno roto en mil pedazos, frente a tal cuadro, Roly se pone de pie y como protesta al agravio dice en voz alta y buen tono ¡Viva el APRA!. (Este partido y el comunista estaban proscritos, era la dictadura de Odría y toda manifestación contraria estaba prohibido, imagínense, también la de un niño). Tremendo, surreal, por ese motivo fue expulsado, sin posibilidad de ser admitido en otra escuela fiscal. Posteriormente sería llevado por su prima hermana, que era profesora en una escuelita rural de Churrubamba en las alturas de Pacucha, para seguir estudiando clandestinamente. Aquí nuevamente el “acaso”. Un profesor acucioso, en vez de expulsarlo, mejor lo hubiera alentado, podría ser el gran líder político que ahora nos hace falta.

En su crónica “Núcleo escolar Campesino de Uripa”, hace referencia al lugar donde estudio primaria. Cuenta entre otras, el levantamiento de los pobladores que se oponían a la construcción de la sede escolar, instigados por los hacendados del lugar, porque entendían que sería contrario a sus intereses, porque, “indio leído nunca vencido”, ya no trabajarían en sus haciendas en condiciones de esclavitud. En aquellos tiempos el pensamiento dominante era este y para perpetuarse cualquier argumento y acción era lo natural. Esta historia está llena de detalles, es una bella metáfora del abuso y la explotación campesina en el Perú.

De todas sus crónicas, el que más me impactó, por la tragedia que le ronda es “Acto Final?…!Si hay una Mañana!. Nuestro autor, afectado por una extraña enfermedad a la piel, está profundamente deprimido, pesa 50 míseros kilos. Está casado y tiene hijos, sus escasos recursos se van agotando. Se encontraba en Bolivia en viaje de trabajo, alojado en un hotel. acompañada de su menor hija, trastornado y sin esperanza, decide suicidarse tirándose al vacío desde un alto piso. Al respecto nos cuenta:

“Es una sensación intensa que a mí mismo me conmueve. Así quise ejercer mi libertad de morir con la misma libertad que nací tal vez sin ser esperado y anhelado. Estoy al filo de la ventana para dar el salto definitivo y de pronto Pilar (su hija) despierta, se sobrepone en su cama y me pregunta en voz imperativa qué hago allí y me ordena acostarme de inmediato. Acato su indicación y, con toda docilidad voy hacia mi cama. Sollozo con infinita emoción y me duermo soñando con una mañana diferente”.

Otra vez para el bien, ronda “el acaso” que lo rescata de la muerte, después Roly se curaría del mal y vendrían otros “acasos” ya en su vida profesional, hacen parte de la misma historia, se los dejo a ustedes para que lo descubran.

Existen crónicas referidas a su vida estudiantil en la universidad y un sin número sobre trabajos realizados de consultoría profesional en organismos nacionales e internacionales, Roly ha visitado por este motivo diferentes países, no una vez, sino varias, no voy a nombrar cuales, sería más fácil decir cuales no fueron visitados y en que organismos del ramo no trabajó. Al respecto quiero indicar que es muy difícil engatarse en estos organismos, pero es mucho más difícil mantenerse vigente por un buen tiempo. Como se dice, cada dia hay “que matar un león”, nadie te regala nada, todo lo contrario. En estos espacios se sufre, pero también se goza, por las nuevas amistades, consideraciones, recompensas y facilidades especiales de trabajo. Solo por este motivo Roly es un orgullo para nosotros y la tierra que lo vio nacer. Estas crónicas tratan temas pioneros en educación, medio ambiente, desarrollo rural y otros, todos matizados de buena literatura.

Una de las virtudes de un buen libro, es la capacidad que tiene de captar el interés del lector, sea por su belleza literaria o porque podemos identificarnos con los hechos allí contados. Es decir, por sentirnos encontrados y participes de su historia, En este sentido, quiero referirme rápidamente, si me lo permiten, a algunas curiosidades que el libro me hizo recordar como seguramente lo hará con cada uno de ustedes cuando lean el libro.

Cuando hacia mis pininos como profesor en la escuelita rural unidocente de Churrubamba, que pertenecía a la jurisdicción del Núcleo Escolar Campesino de Pacucha, en reemplazo de un profesor que estaba de vacaciones. Sucedió, un día durante el recreo, cuando apareció un ex estudiante y soldado retirado, para contarme que en el local escolar penaban de noche. Hasta entonces había dormido en ese cuarto un poco aprehensivo por su fea apariencia que daba miedo. La primera noche que dormí a lo valiente, escuché las almas que penaban, tuve que cambiarme rápidamente de domicilio. Años antes en ese mismo lugar había estudiado Roly teniendo como profesora a su tía después de pronunciar su famoso “Viva el APRA”.

La segunda conexión fue, al mes siguiente, después de Churrubamba, fui a trabajar en la escuelita rural unidocente de Muñapucro que pertenecía a la jurisdicción del Núcleo Escolar Campesino de Uripa, la casa del profesor era un precario compartimiento cerca de la solitaria Iglesia, las noches eran fatales, me seguían los fantasmas de Churrubamba. Los sábados de vuelta a Talavera tenía que tomar el ómnibus de la empresa ETASA a las 7.00 de la noche, entretanto hacía tiempo en la sede del Núcleo, donde había actividades deportivas, hice muchas amistades entre sus profesores, allí estaba Roly, talvez no se acuerde de mí y no tiene porque, yo andaba por los 16 años, una diferencia de pocos años hacían mucha diferencia.

La otra conexión indirecta fue, cuando recién egresado de la Universidad invitado por Adelino Vivanco que era Coordinador de castellanización en Cuzco, fui profesor de Economía en el Centro Nacional de Desarrollo Comunal de Curahuasi. Era una escuela de posgrado para profesores, coordinadores y directores de Núcleos campesinos con duración de seis meses. Su primer director fue el Profesor Jacinto Aréstegui y tenía como colegas a profesores de la talla de Rubén Landeo entre otros. Fue una bella propuesta para proyectar e integrar la escuela hacia la solución de los problemas de la comunidad. Es la misma de las que nos habla Roly en diferentes pasajes de su obra como promotor e idealizador.

Cuando en uno de esos retornos a la patria, había sido invitado a una reunión de fin de año organizado por la ONG, Asociación Amazonía, de la cual, años antes, había sido fundador y su primer Director Ejecutivo. En esa oportunidad, me encontré con Roly, que estaba vinculado fuertemente a organizaciones defensoras del medio ambiente, nos saludamos e intercambiamos algunas palabras de paisano y amigo. Entonces supe que teníamos una conexión importante por estar afinados en una causa justa.

Roly, en sus crónicas, filtra su preferencia por los menos favorecidos, la justicia social, la educación inclusiva, el empoderamiento de las comunidades y su lucha por la preservación del medio ambiente. Nunca está presente el odio y trata con cariño a sus personajes que son reales y con nombre propio. Es la misma postura que encuentro en los “Cuentos de Carlin” de Carlos Munares, en las publicaciones de Arturo Gutiérrez sobre costumbres de la tierra, en “Mis Querencias” que viene escribiendo César Augusto Lerzundi y también en las obras de Augusto del Solar, que hace poco anunció el lanzamiento de su libro número 30, Carlos león tiene registrado más de 200 canciones de su creación, lamentable poco conocido de nosotros. Del resto, conozco poco, pero que hay, los hay y mucho. Lamentablemente no he podido estar al tanto como gustaría por encontrarme en exilio voluntario durante 23 años fuera del Perú.

Entre nuestra paisanada existen intelectuales consagrados, pero también existen otros que se puede leer en las redes y otros que producen en soledad, cuántos de estos valores se estarán perdiendo por falta de una oportunidades o de “un acaso” involuntario. Me recuerdan a Graciliano Ramos, para muchos el mejor escritor brasileiro de todos los tiempos, que antes de ser escritor, trabajaba en una dependencia del Ministerio de Agricultura en el Estado de Paraíba, elaboraba sus informes técnicos que mensualmente remitía a sus jefes en la capital del Estado. Este, un acucioso lector, descubrió que esos informes eran literatura. Así nació el gran escritor Ramos, gracias a un ingeniero que sabía leer.

Roly es un vencedor, recuerda sus orígenes e interpreta los hechos como tal, pero no olvida a los derrotados de la vida porque ellos, sin duda, fueron el fundamento necesario para entender la vida. Benjamin, nos dice que la historia lo escriben los vencedores, pero ninguna historia tiene sentido, sino ponemos en escena a los pobres, las minorías invisibles, es decir los jodidos de la vida, que han hecho posible la figura del vencedor. Digo eso porque cuando venimos a Lima, hemos vivido en algún momento la de perdedores, muchos tentados a tirar la vida por la borda. Eso pasó con nuestro Tayta Arguedas que sentenció antes de la hora final la terrible frase: “he vivido para nada”.

Recientemente en reunión del Grupo Moccoruntos, Roly dijo que había plantado muchos árboles, tenido 4 hijos y 8 nietos y ahora culminaba escribiendo un libro, es la famosa “misión cumplida”. Permítanme discrepar. En la tradición de nuestros mayores la vida es continua. Nuestros padres en edad avanzada tenían planes para el futuro. Siendo así, Roly tendrá que pensarlo. Tiene materia, lucidez y buena mano para escribir y podrá regalarnos más libros. “Atardecer de una Travesía”, es la condición necesaria para emprender un nuevo camino. Es la vida inmortal que está en el entendimiento de nuestros ancestros y del cual nos habla Gamaliel Churata en la “Resurrección de los Muertos”.

“Atardecer de una travesía”, trasciende a su autor, es lectura obligatoria, un regalo para no olvidar nuestras raíces y entendernos mejor los hijos de nuestra querida tierra.